En consecuencia, cuando alguien actúa libremente es dueño de sus actos, porque el origen y la causa de su conducta están en la decisión de su voluntad.
Por lo tanto, es responsable de sus obras, es decir, ha de responder de ellas ante la legítima autoridad que asi lo requiera. Y, sobre todo, de manera ineludible y mucho más apremiante desde el punto de vista subjetivo, tiene que ser capaz de justificar lo uqe hace ante su propia conciencia.
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